lunes, 8 de septiembre de 2008

T E R E S A


Como se describe un alma, una fuerza y un sentimiento arraigado de muchas vidas, de mirada sencilla y rostro sereno, te llamo amor. Destino. Sólo al estrechar mis recuerdos, esa palabra que viene ya grabada...Teresa de mi corazón, estas líneas son dedicadas a tí.


En aquella tierra abrupta, que mi inocencia de niño transformara en jardín, conocí cerros, ríos y un espléndido cielo; éste que para salir de noche se viste de estrellas. En mi jardín supe, también, de mis amigos los que para mi abuelo eran invisibles, y que para mis ojos brotaban en forma de manantiales y vientos, en un infinito horizonte verde. Otros crecían como jacarandas y geranios, o en formas de tórtolas y colibríes con los que nunca dejé de platicar.

Fue afortunado y de altura mi jardín, que duda cabe. Lo rodeaban barrancas, soportó tormentas; como es de suponer, algunas de sus flores se marchitaron, algunos arroyos se secaron. Pero en el centro de ese fascinante huerto, mi huerto, o más bien el huerto de ella hubo siempre un árbol -un amate monumental, diría yo- que resistió noblemente a todas las tempestades, y cuyo tronco era su fuerza, la fuerza mía. Y fue precisamente la cortés sombra de ese tronco la que me permitió disfrutar uno de los sueños más placenteros que mi piel recuerda. Estando frente a ella le dije:

-Pareces una mujer inteligente, generosa y con la bondad a flor de piel, aunque tus actitudes denuncian el desenfado, la apatía e incluso cierto enojo, dolor y defensa ante la vida; pero me gustaría ver que escondes bajo el pecho y si tu corazón corresponde a lo que supongo -señalé, tomando una de sus blancas manos llenas de ampollas.

Rápidamente se abrió el pecho cubierto de cicatrices y casi atropellando las costillas ofreció a mi vista un enjambre de pálidos y firmes huesos, donde descansaba un saludable corazón.

-Ahora me gustaría conocer más de cerca tu corazón- me dijo, con voz dulce, al tiempo que tomaba mi mano izquierda y la acercaba a la de ella.

Después de consultar el servicio de viajes imaginarios de ida y vuelta de mi jardín, y de tratar de aprovechar las excelencias de su clima para la curación de todo tipo de males cardiacos, divisé un letrero que decía "Con atención especial para niños" y supuse que algo no andaba bien.

Pasó algún tiempo y cuando crei que ya sabía mucho de corazones, mi músculo cardiaco comenzó a crecer y crecer...al doble...al triple y aún más. Hasta convertirse en una gigantesca masa escarlata; pero yo sentía miedo. El hecho es que...¡mi corazón no palpitaba!

-¿Qué pasa? mi corazón es demasiado grande y tiende a seguir creciendo; sin embargo, se niega a palpitar- le dije mirando sus ojos marrón claro y brillantes como el sol.

-Es compresible tu temor mi niño. Los corazones, como los afectos, poseen los caminos más intrincados y delicados que conozco. Sin embargo, el desasosiego que oprime al tuyo se calmará tan pronto le dediques la atención adecuada y, sobre todo, si procuras tenerle cerca uno que coincida o empalme con el tuyo. Dicho esto, se rasgó la piel nuevamente, extrajo su enorme corazón y lo colocó en el interior de mi pecho.

No acababa de despertar de este maravilloso sueño, de sonreir satisfecho, cuando mi corazón comenzó a vomitar estruendosas palpitaciones de júbilo. Se armó ahi una brincadera: él dentro de mis costillas y yo a un lado del tronco.

Este árbol es de los que uno jamás se aleja porque siempre han sido dueños del tiempo. Porque sus ramas fueron siempre frondosas, renovadas, protectoras. A su su sombra me crié y me quité los huaraches para practicar mi ejercicio favorito: ¡soñar!. Árbol duro solamente de corteza, a veces hostil, pero igualmente sabedor de la importancia de sonreír para sí mismo y para los demás. Árbol que practicó el dificil arte de envejecer con generosidad y sentido del humor. Árbol que como nadie supo llevar con dignidad y orgullo su origen provinciano. Árbol que no buscó los halagos y mucho menos los agradecimientos. Prefirió los afectos. Árbol a quien mis hermanos preferían llamarle "Mamá" a pesar de llamarse Teresa.



3 comentarios:

Kalina dijo...

Bendita Teresa por haber traido al mundo a tan maravilloso ser. Besos~!

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Cut dijo...

Bendita Teresa por permitirme ver la luz de este mundo...