sábado, 30 de agosto de 2008

CARTA DE PAULO COEHLO



Maestra Judith y a sus discípulos, en especial a Cutberto:

Me permití pedir tradujeran este saludo para ustedes ya que nuestra conversación, no por breve será menos interesante y constructiva. De una forma poco usual, y la que en contadas ocasiones se dio, no en un mensaje de fin de año, pues cada día, cada instante es una vida, donde debemos vizualizar nuestros sueños y hacerlos tan concretos que podamos vivir en ellos, tan inmensamente reales que nos permitan ser plenos e integros. Cada segundo es un combate, cada minuto un triunfo sobre nuestras propias vidas, no siendo importante en nuestras creencias, las diferencias, si empuñan una espada como nosotros. Tal vez de otra forma, son los mismos Guerreros de la Luz, que en diferentes pensares vamos por un mismo fin.

Entre vosotros hay un amigo a quien admiro y respeto, como colega, ser humano y hermano, que tal vez en su modestia no expresó sus triunfos, que en escaso tiempo logró. Pues yo quiero y por primera vez hacer públicas mis felicitaciones porque ¡osaste tomar la pluma y hacer tu Don hablar más fuerte que a ti mismo!, por ¡osar amar y ser amado!, y por ¡permitirme humildemente ser tu compañero de futuras y espléndidas jornadas! Cutberto. Ahí, en el reconfortante sentir de cariños sinceros, te digo: gracias porque nos estas permirtiendo sacar del encierro tus valiosas letras, que ahora llenarán de arte almas tal vez necesitadas de luz, por tu Soy otro yo...¡gracias!

Maestra Judith, una vez más le agradezco el permitirme entrar a la intimidad de sus enseñanzas, distrayendo su valioso tiempo, sólo quiero expresarle el placer de compartir estos minutos, de camaradería y leal reciprocidad. De igual modo, augurarle todos los éxitos para los tiempos venideros que, sin duda, llegarán gracias a la sabiduría de su pensar, la entrega de su amor y, sobre todo, el coraje de dar una batalla entre multitudes de almas ciegas, que imagino usted, con paciencia y dotada de una luza natural, ilumina caminos ya creíamos perdidos. Y dejándole la invitación a nuestra Fundación, donde no sólo será bienvenida, si no, también, en la esperanza de compartir su sabiduría.

Que el futuro sea como cada uno de ustedes lo requiere. Sólo me permito desear plenitud y amor, desde el fondo de mi alma. Que Dios ilumine sus familias, y nos permita ser a cada uno de nosotros cada día Guerreros de Paz y Verdad.

Extiendo mi mano y mi sincera venia.

Paulo Coehlo (Noviembre / 2007 )

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